sábado, 3 de septiembre de 2011

Océano de flores



                      


Los nómadas del Tíbet forman parte de la cultura de estas tierras. Familias enteras que son capaces de recoger todas sus pertenencias en un solo día, cargarlas en los yaks y desplazarse con sus rebaños en busca de mejores pastos. Cada familia posee tres o cuatro lugares de pastoreo a los que se mudan según la época del año. En verano zonas altas que rondan los 4.000 m y en invierno bajan a los valles donde las temperaturas son más agradables.
Aunque el peso de la familia recae en los hombres, las mujeres nómadas son las que hacen el trabajo más duro: se levantan a eso de las 5 a.m. para ordeñar a los yaks, tarea que les lleva alrededor de dos horas, luego trabajan la leche para separar la grasa y con ella hacer la riquísima mantequilla de yak y también yogur, bajan al rio a por agua, recogen los excrementos de los yaks dejándolos secar al sol para luego utilizarlos como combustibles, mientras los hombres solo se ocupan de llevarlos a los pastos y de su recogida a última hora de la tarde a golpe de honda.
Sus tiendas son muy básicas, compuestas de una chimenea central que hace las veces de cocina, una esquina donde almacenan los excrementos secos y una zona para dormir, carente de mobiliario, se sientan y duermen en el suelo, tan solo un pequeño lugar donde apoyar su Dvd portátil con Tdt con el que ocupan las últimas horas de la jornada, mientras, entre vistazo y vistazo, las mujeres amasan la mantequilla. El suelo es el propio terreno y el tejado esta hecho de pelo trenzado de yak resistente y aislante del frio.
Hemos tenido la suerte de ser testigos de todo esto.
Langmusi es un pequeño pueblo tibetano situado en plena montaña, con dos grandes monasterios en los que viven más de 900 monjes, en el que, en los alrededores, se encuentran grandes praderas con buenas zonas de pastoreos, en especial una zona llamada "Flower Ocean" donde en esta época se encuentran algunas familias nómadas. Así que con la compañía de Shiya nos dirigimos a su encuentro en un trek que nos llevará dos días. Shiya es local, conoce la zona y a alguna de estas familias donde nos asegura que podremos pasar la noche.

                       

Langmusi está a 3.300 m y el lugar al que nos dirigimos y donde se encuentran las familias, a unos 3.700 m, teniendo que pasar antes un collado de 3.900 m, donde se empieza a notar un poco la falta de oxigeno. El paisaje es de alta montaña, rodeado de picos que superan los cinco mil metros.
Antes de emprender la subida al collado, hacemos una parada para comer en una tienda que hace de puente entre los nómadas  y el pueblo. Aquí no se viene a mesa puesta y si quieres comer tienes que colaborar en la cocina.

                    

                    

Los paisajes son espectaculares, y aunque la subida al collado se hace un poco dura, la recompensa es grande. Ahí está!, el Océano de Flores, una enorme pradera de montaña donde pastan infinidad de yaks, y en uno de sus extremos se encuentran unas pequeñas colinas donde se asientan algunas familias nómadas con sus tiendas. Casi nos lleva dos horas más llegar hasta allí, atravesando manadas de yaks que pastan en la gran pradera.

                    

                    
Después de esperar un buen rato a que las familias aten a sus peligrosos perros, entrenados para defender las tiendas de lobos y extraños, nos recibe una familia en su pequeña tienda con un bebé en los brazos, nos ofrecen té y algún panecillo casero.

                     

                     
              
 Cayendo la tarde acompañamos a Shiya y a un amigo suyo a recoger a su manada de yaks. Es alucinante ver como manejan la honda, evitando así que ninguna cabeza se les despiste. Su uso parece fácil pero después de algún intento, podemos asegurar que no lo es tanto.

                        
Tras conducir a los yaks hasta la misma puerta de la tienda y atarlos uno por uno y dejarlos listos para que a la mañana siguiente las mujeres los ordeñen, nos acoplamos con una familia que tiene una tienda un poco más grande donde podremos dormir con ellos en un hueco en el suelo. Cena a base de noddels con carne de yak, y después sesión de telenovela china, que nos tuvimos que tragar enterita sin enterarnos ni papa, mientras la mujer de la familia preparaba la mantequilla para la mañana siguiente bajar al pueblo a venderla.


               

                        

                        

Vida sencilla pero dura.

                      

2 comentarios:

  1. Aqui tambien se esta acabando el verano ... praderas de asfalto con cientos de manadas formadas cada una de ellas por cientos de coches ... No os olvideis de la civilizacion!!. Asi disfratareis todavia mas de estar perdidos en el mundo ...
    Un abrazo fuerte y seguir asi ... Marta, seguro que te estas convirtiendo en toda una cocinera. Gus, como deciamos en marruecos, que sociedades tan avanzadas jeje

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  2. Me alegra mucho veros disfrutar de la verdadera vida, de los días que pasan como las hojas de un libro, sin poder volver hacia atras, pero con una satifación enorme de no haberlos gastado en algo rutinario.
    Muchas gracias por compartir con nosotros vuestras riquezas, y por hacer ver a muchos de nosotros en que consiste vivir. Besos y un abrazo muy fuerte a los dos. Vuestro amigo Nour.

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