sábado, 10 de septiembre de 2011

Bambú y setas chinas

                


La espera se hace larga y hay que buscar alternativas. Preguntando opciones la chica de la guesthouse de Chengdu, nos cuenta que ella tiene unos tíos en Ping le, un típico pueblo chino a unas dos horas de Chengdu donde hay un rio, una plantaciones de té y un bosque de bambú y que igual podría alojarnos en su casa.

                        
Dicho y hecho, a las 4 sale el autobús y ahí estamos nosotros, esperando en la estación a un bus que nos lleva a un lugar que ni siquiera sale en los mapas.
Tras dos horas llegamos a una pequeña ciudad, donde nos bajan del autobús y nos meten en una furgonetilla, a nosotros y a otro par de jóvenes chinos, porque para cuatro que vamos para allá no van a desplazar un autobús entero, todo esto muy bien explicado en un perfecto chino y si no lo entiendes no te preocupes que  te lo escriben con sinogramas chinos para que te quede más claro. Así que sin saber a dónde vamos nos montamos en la furgoneta y continuamos viaje.
Ping Le está a solo quince kilómetros de allí, y tras pocos minutos llegamos. Nos suelta a la entrada del pueblo y no donde suelen parar los buses, que es donde nos está esperando la tía de Zhen Zhen, la chica de la guesthouse. Aquí nadie habla inglés, pero nadie. Logramos que la pareja de chinitos sepan lo que queremos, pero ellos tampoco son de allí. Por lo menos han podido preguntar a los lugareños dónde estaba la parada del bus.
Después de más de 20 min andando y dando vueltas un poco perdidos llegamos a lo que se supone que es la parada y ahí estaba la tía de Zhen Zhen, que por supuesto tampoco habla inglés. Nos conduce hasta su casa, que tiene bien acondicionada para alojar, se nota que su sobri de vez en cuando le manda gentecilla.
El sitio es muy tranquilo, pegado al rio y entre los dos puentes que cruzan la población, una buena opción para huir del ajetreo de Chengdu.

                  

                   

Así que nos acoplamos y nos vamos a dar una vuelta. Ya es tarde y esta anocheciendo así que no hay muchas opciones para hacer más que intentar encontrar un sitio que nos den de cenar.
Aquí no hay cartas en ingles ni nada que se le parezca, así que hay que intentar la técnica del dedo: consiste en darte una vuelta entre la gente que cena e ir eligiendo a ojo, "de eso, de eso y de eso", fiándote de la pinta sin saber bien que es lo que comes.
Esta vez ha salido bien, que digo bien, muy bien. Al dar la primera vuelta de ojeada alrededor de una mesa con dos parejas de chinos, antes de que no diéramos cuenta ya estábamos sentados con ellos, con nuestros palillos, nuestro bol de arroz y brindando no sabemos por qué. Mas cervezas y mas comida que hay invitados "no chinos". Es gracioso, pero parecen que alardean con la gente porque los de los ojos redondos están sentados con ellos, y nosotros encantados, bien de comer y bien de beber. Comunicándonos entre gestos y señas  hemos echado más de una hora, y si nos descuidamos nos vemos de nuevo en Chengdu porque unos de ellos quería que nos fuéramos de fiesta a la city para terminar la noche. Por supuesto lo de pagar a escote, nada de nada, no pueden consentir que unos turistas que se sientan con ellos, compartan la cuenta. Que buenas costumbres tienen estos chinos.

                 

A la mañana siguiente nos vamos a pasear por los alrededores con  el dueño de la casa, que la verdad es que no tiene mucho que hacer. Nos lleva a un bosque de bambú enclavado en un barranco donde también hay una zona de pequeños templos y dioses de vivos colores tallados en la piedra donde solo hay paisanos haciendo sus rezos. Da gusto andar sin una manada de chinos alborotándolo todo. Esta es la zona más rural que hemos visitado en China. Gente trabajando el campo, secando cereales a ritmo tranquilo y recogiendo sus frutales. Algo distinto hasta ahora.

            

                 

El último día, alquilamos unos "bicicletones", para darnos otro paseo por otro bosque de bambú, en el que viven varias familias y hacen de este árbol un medio de vida. Lo utilizan para hacer sus viviendas, pequeñas barcas, para venderlos en las poblaciones cercanas, hacen toda clase de artilugios con ellos y también para comer (cerdo con bambú y setas chinas, delicioso).

                 

                

La verdad es que ha sido un respiro, cuando nos veíamos abocados a pasar cuatro días en Chengdu.
En lugares un poco más apartados te das cuenta lo importante que es una buena guía de conversación china, que te facilita muy mucho las cosas. La nuestra es perfecta , cosas como "quisiera alquilar unos skis", o "permítanme presentarles a estos distinguidos invitados", o " soy autónomo"; esta es buena "carpa plateada al vapor con jengibre y cebolletas", o quizás estas otras " he chocado con el coche en la autopista", " ¿qué programa dan en la televisión?", "¿dónde puedo escuchar música clásica?", "soy coleccionista de sellos" "¿tiene algo de cloisonné chino?", "¿tiene una antología de poesía Tang?", "¿dónde puedo comprar un rodillo de amasar?", nos han sido de gran utilidad estos tres días en Ping le. Si alguien viene a China que se compre esta guía, es de Collins y no vale para nada.

1 comentario:

  1. Nosotros aqui en el parque tomando mojitos q ha he ho el sr.Terren.Con el Capi y la basquita.No puedo escribir mucho q esfoy con el movil.Un bes
    azo.u

    ResponderEliminar