La cosa es ir bajando dirección Malasia por el mar de Andaman, saltando de isla en isla sin un rumbo muy establecido, guiándonos un poco por lo que nos recomiendan otros viajeros.
Esta vez el destino elegido ha sido Koh Lanta, una de las mayores islas de este mar, sin llegar a ser enorme. Isla tranquila sin demasiado alboroto. Koh Lanta tiene dos caras, la cara oeste, donde se concentra todo el turismo, los resort y las playas, y la cara este, totalmente al margen de este sector, con un par de pequeños pueblos donde la vida transcurre tranquila y los pocos turistas que se dejan caer por aquí son bien recibidos. Tan solo las unen un par de carreteras que dividen la isla, tan solo 10 km que delimitan dos mundos muy distintos.
En la cara A las playas son buenas sin llegar a ser paradisiacas, y como el tiempo no ha acompañado mucho nos hemos decantado por la cara B de la isla. Hemos alquilado otra motillo y hemos estado tres días recorriendo esta parte, asi como Koh Lanta Noi, la hermana pobre y pequeña de Koh Lanta, y esta no es que este al margen, si no que todo este rollo no va con ella. Población claramente musulmana, cuanto más nos acercamos a Malasia, más y más.
Amables, muy amables. En Koh Lanta Noi nos ha pillado una tormenta en la moto, nos hemos refugiado en una pequeña tienda y de allí hemos salido bien hartos de agua de coco, generosidad de un paisano, y con un pez de más de tres kg bajo el brazo, (unos 5 euros) acompañados por un joven que nos lleva a casa de un amigo para que nos lo cocine.
Pequeños mercados locales, casas construidas sobre pilares y botes encallados que esperan que suba la marea.
Nos ha gustado esta cara.
De aquí a koh Kradan, esta vez mucho más al sur, esta sí, de esas de catálogo. Pequeña, muy pequeña, tan solo 4 km de largo por uno de ancho. Complicado llegar y complicado salir de ella. Aquí no hay calles ni caminos ni nada que se le parezca, tan solo una pequeña senda que comunica la playa principal con una secundaria atravesando una pequeña “selva”. Solo tres sitios donde alojarse y dos de ellos totalmente prohibitivos, y el otro en la playa secundaria que cuando la marea sube es imposible llegar hasta él, y si te pilla anocheciendo te toca un agradable paseíto nocturno por la jungla.
Rodeada de arrecifes de coral, y con sus aguas totalmente turquesas, hacen de esta pequeña isla un paraíso del snorkel.
Aquí poco que hacer más que descansar, paseítos por la playa, mucho buceo de tubo y disfrutar de un entorno realmente espectacular.
Cuatro días muy ricos, iban a ser 3 pero aquí hasta que no juntas un mínimo de 6 personas no mueven el bote para desplazarte, y en toda la isla ahora mismo no habrá más de 30. Koh Kradan uno de esos sitios que gustan hasta los que no somos muy playeros.