Un par de días en Vang Vieng, lugar difícil de explicar. El pueblo en si no tiene nada, es lugar de reunión de jóvenes que vienen de Tailandia en busca de fiesta y música hasta las tantas de la mañana, y como actividades importantes, primero el Tubing, que consiste en alquilar una cámara de neumático de camión y tirarse rio abajo parando en un montón de bares dispersos por la orilla para ir tomando cervezas llegar de noche y borrachos, y segundo, sentarse en alguna terraza a ver capítulos encadenados de “Friends”, literal; cuanto menos, curioso.
Pero más que todo esto están sus alrededores, un montón de formaciones kársticas repletas de cuevas, pequeños ríos, campos de arroz y también algunas aldeas con gente realmente hospitalaria. Mientras recorríamos una pista entre las montañas en busca de algún sitio para comer hemos dado con un grupo amigas preparando su comida y nos han invitado, ninguna hablaba nada de inglés pero esto no es barrera cuando la gente está dispuesta a comunicarse. Después de comer hemos ido a pescar al rio con ellas y allí hemos pasado la tarde mientras los “falangs” (extranjeros en laosiano) seguían viendo friends tirados en las terrazas.
Después Vientiane, la capital de Laos, para tramitar el visado de Tailandia y seguir camino. Aquí hemos pasado tres días mientras arreglaban el papeleo, primero con Carla y Rai una pareja de catalanes que conocimos en Vang Vieng que van de viaje por cinco semanas ,
(Carla, ¿has visto como esta Bangkok?, te vas a mojar los pies fijo) con los que compartimos habitación en un apartamento chulísimo por el mismo precio que pagaríamos por dos habitaciones en muchos de los agujeros que aquí llaman Gh, y luego de nuevo con Marta y Koko, que les han tomado el relevo en la cama, que han tenido un problema con una llanta y han tenido que coger un bus para llegar hasta aquí para repararla. Así que hemos estado súper acompañados. Gracias chicos.
Vientiane, es una capital tranquila, como el resto del país, aqui también túnicas narajas recorren sus calles, hay prisa para casi nada, nadie pita, nadie corre, nadie discute. Hoy nos hemos comido un prohibido como una casa con la moto, y unos policías sentados a la sombra de un árbol nos han pillado, silbato y movimientos lentos con la mano para que nos acerquemos, 50,000 kips de multa, (5 pavos), pero claro ellos no discuten pero nosotros somos de otra sangre, y aún sabiendo que la multa era correcta, 5 pavos son 5 pavos, y después de 10 min de explicaciones y excusas, parece que hartos de oírnos, el mismo movimiento de mano lento para que nos vayamos y dejemos de romper su “paz laosiana”, esa que tanto nos gusta.
Hace calor, mucho calor, y cualquier sombra es buena para echar una siestecita, hasta los budas están mejor descansado.
Estos días había una feria cerca de Pha That Luang, el símbolo nacional del país, donde hemos podido comer pequeños alimentos que hasta ahora no habíamos visto por aquí. No están malos, solo hay que quitar bien las patas y “pa” dentro. Koko se ha comido el mejor, una cucaracha en toda regla, y no nos ha dejado ni probarla, esta no se olvida.