martes, 20 de septiembre de 2011

La Carretera de la Amistad


        

Solo el nombre te invita a recorrerla. Un trayecto que une Lhasa con Kathmandú por una carretera que pasa por varios puertos de montaña de más de 5.000m. Recorre fértiles valles de altura, atraviesa remotos pueblos tibetanos, donde la presencia de población china es inexistente, lagos de un increíble azul turquesa. Una carretera que atraviesa la cordillera del Himalaya para descolgarse en su última parte hacia el subcontinente indio. Paisajes espectaculares donde se pueden ver unas 5 montañas de más de 8.000 m y por supuesto el techo del mundo el Qomolangma, el Everest.


Salimos de Lhasa pronto. Hemos pasado tres días a más 3.600 m y hemos aclimatado bien. Esto en realidad es importante ya que vamos a dormir a unos 5000 m y una mala aclimatación puede fastidiarte el viaje. La carretera es buena, muy buena, mejor de lo que nos esperábamos. Se termino de asfaltar hace cuatro años y lo que antes se hacía en diez días ahora se hace en tres. Los chinos han metido mano a esta carretera y han hecho un gran trabajo. Vamos ganando altura progresivamente hasta pasar el primer puerto a 4.700m  y detrás el primer regalo el lago Yamdrok: “preciosisisimo”, azul, azul, muy azul; es uno de los lagos sagrados más importantes del budismo y los tibetanos lo veneran con multitud de banderas de oración en sus orillas.


Atravesamos las primeras poblaciones, todavía se nota la mano china, el paisaje es espectacular, las montañas que nos rodean van ganando altura y tras pasar otro puerto de 5.000 m el glaciar Karola, colgado de su montaña de más de 7.000m. Impresionante. Por estos lares los rasgos de la gente son más duros, las condiciones del tiempo hacen mella y la forma de vida no es fácil.

                      


Dormimos en Shigatse, la segunda “ciudad” más importante del Tíbet, 4.000 habitantes, nada que ver con las mega ciudades chinas, aunque hasta aquí también ha llegado la subvención china para poblar el oeste.
El día siguiente promete, empezaremos a ver montañas de 8.000m y por supuesto el Everest. A eso de las 9 ya estamos en la puerta del monasterio de Tashilunpo. Esta vez no entramos y nos unimos al kora. De los más bonitos. Transcurre por una montaña rodeando el monasterio.







Mientras, Dawa, nuestro guía, va a tramitar los permisos de entrada al Campo Base del Everest, donde dormiremos por la noche.
En realidad el permiso de entrada al Tíbet no es una broma, sin él no te puedes alojar en ningún hotel y a lo largo de la ruta tienes que enseñarlo en varios controles.
Estos trámites nos han hecho perder toda la mañana y van a trastocar un poco los planes. De Shigatse salimos tarde, casi a las tres y tenemos 7 horas de camino lo que nos hará llegar de noche. Los paisajes siguen siendo increíbles, hoy cruzamos  el puerto más alto, 5.248 m donde en realidad falta el aire y las vistas son magníficas.







Seguimos camino, una fuerte tormenta hace que nos retrasemos un poco más. Dejamos la carretera principal y nos metemos por una pista que nos llevara hasta el Campo Base del Everest, pero antes tendremos que recorrer más de 100 km y atravesar otro puerto de más 5000 m. Desde lo alto del puerto podremos ver  la cordillera del Himalaya con sus montañas más importantes. Comenzamos a subir el puerto, son más de 20 km, y la luz se va acabando. Cuando llegamos arriba es casi de noche. La decepción es grande. Un mar de nueves tapa los picos, tan solo el Cho Oyu con sus 8.201 m, deja que los últimos rayos de sol bañen su cima, del Everest ni rastro.


Apuramos las últimas luces del día en el mirador y emprendemos la bajada. Es noche cerrada y nos estamos perdiendo posiblemente los paisajes más impresionantes. Cambiamos planes y en la primera pequeña población que encontramos nos quedamos. Alojamiento básico, muy básico, cena básica también, pero muy rica y los baños más básicos aún, pero limpios. De estos sitios con encanto. Mañana madrugaremos más para llegar pronto al Campo Base.






A las 7 ya estamos andando, la mañana es fría y encapotada, estamos casi a 5.000m y nos quedan unos 40 km para llegar al E.B.C. Según vamos avanzando el cielo va abriendo y ya llegando, al girar una curva cerrada, la suerte decide  darnos todo lo que nos quito ayer.
El Everest, despejado, no hay nubes, la vista es increíble 8.844 m de montaña, y según nos vamos acercando parece mas y mas grande. ¿Cuántas fotos? ¿Cien mil? Más o menos y desde el campamento otras tantas, con la sonrisa en el rostro y con cara de tontos pasamos más de dos horas andando un poco por la zona sin poder dejar de mirar al “techo del mundo”. Espectacular, magnifico, impresionante…. cualquier adjetivo se queda corto para describir lo que estábamos viendo.











Con la sonrisa puesta nos despedimos del gigante y continuamos camino, todo lo que viene, sin ser poco, se queda en nada visto lo anterior.
Cruzamos un pueblo realmente tibetano, sin rastro de chinos por ninguna parte y es que esto está demasiado lejos de cualquier parte para que vengan a ocuparlo.
Cruzamos el último gran puerto de montaña de más 5.000 m y la carretera se desploma por un profundo barranco hasta el pueblo de Zhangmou a 2.300m, nuestra última parada en China, al menos de momento. El paisaje cambia radicalmente según vamos bajando, pasamos de la gran estepa tibetana sin apenas vegetación, a una zona de barrancos donde el agua corre a raudales y el verde es el color predominante.
Si tuviéramos que dar nota a las carreteras chinas, sería un diez, pero para la Carretera de la Amistad se le queda corta, mejor un 20.







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