lunes, 26 de diciembre de 2011

De Boda



Aquí en Indonesia cuesta llegar a los sitios, y más si te mueves en transporte local, los horarios no se cumplen, y las combinaciones no son buenas, lo que te obliga a coger todo tipo de transportes para llegar al destino: bicicarros, tempos, becaks, buses, trenes. Eso nos ha pasado para llegar a Pangandaran, dos días enteros desde que aterrizamos en Yakarta, para luego, que el sitio no te enganche. Destino playero de turismo local, con una playa grande bastante sucia y un montón de indonesios de vacaciones, porque aunque aquí no celebren la Navidad las vacaciones sí que las tienen. Como siempre en estos casos lo mejor alquilar otra moto mas y a tirar millas. Tan solo unos pocos kilómetros a las afueras todo cambia, playas vírgenes con tan solo pescadores en ellas. Hemos aparcado la moto y nos hemos acercado a echar un vistazo. No han pasado ni 5 minutos y la invitación ya estaba hecha, unirnos al grupo a ayudar a recuperar las redes tiradas un par de cientos de metros mar a dentro. Parece fácil, un carrusel de unas 15 personas tirando por más de una hora con unos cinturones sujetos a la cintura anclados a las cuerdas y andando de espaldas mirando al mar tirando fuerte con los cuerpos, ganando posiciones a medida que llegas al final de la playa, siempre entre risas y bromas.



















 
Por fin la red en tierra y el premio dentro, un montón de peces de todo tipo, clasificados en el acto y listos para llevarlos al mercado. Para nosotros también ha habido premio, tres peces de los que desconocemos el nombre y que hemos comido rápido en una barbacoa improvisada en casa de un paisano.




Con nuestras mejores galas y oliendo bien a pescado, continuamos a nuestra siguiente parada, una boda indonesia. Vamos por una pequeña carretera y vemos jaleo, algo pasa, aminoramos la marcha y somos literalmente metidos en el bodorrio, saludos a la familia y la pertinente foto con los novios, y después a comer, asi que ahí estamos sentados disfrutando de la comida de una boda indonesia, haciéndonos mil fotos con todos los invitados, y esquivando las invitaciones para subir a bailar al escenario.








Los siguientes días los hemos pasados perdidos entre verdísimos campos de arroz, playas solitarias, pequeños waruns costeros y gente local encantadora, contándonos historias del tsunami del 2004, que aquí pegó fuerte y empapándonos de la vida cotidiana, que transcurre sin prisa y entre sonrisas.













No hay comentarios:

Publicar un comentario