Da Svidánia

Hoy hemos cogido el tren que nos sacará de Rusia, justo ahora que nuestro ruso estaba mejorando considerablemente (10-15 palabras), para cruzar nuestra primera frontera dirección Mongolia.

                        

Como siempre, deprisa, corriendo, haciendo compras de última hora, y es que desde que hemos empezado el viaje no hemos conseguido llegar con margen a ninguna estación.

3 horas de espera llevamos en la frontera, control de pasaportes, registros de mochilas, revisión de compartimentos.  Al final no nos han pedido el registro del visado, ese que estábamos “tan obligados a realizar”.

Dejamos atrás Rusia, un país que nos ha sorprendido gratamente. Muchas cosas son como te las imaginabas, como te las han contado, como en las pelis, pero otras tantas no. Ni tanto ni tan calvo. Suponemos que cada uno saca sus propias conclusiones conforme a sus experiencias y nosotros no hemos tenido ninguna mala.

Delante de nosotros a solo otro control policial, a otro sello en el pasaporte, a otra larga espera, Mongolia, con la ilusión de conocer lo desconocido, de empezar otra etapa, otro país, otra cultura y otras gentes, con nuestros primeros tögrögs en el bolsillo.