jueves, 25 de agosto de 2011

Una noche en la Muralla China

Chinos, chinos y más chinos, es lo que más llama la atención cuando llegas a Pekín, la cantidad de gente, bueno la cantidad de chinos que hay por todas partes. Da igual el sitio y la hora, chinos, chinos y más chinos, y si  hablamos de sitios turísticos es caso aparte. Agosto es el mes de vacaciones en China y a unos 300 millones de chinos les da por hacer turismo e inundarlo todo como una marabunta: la plaza de Tiananmen, el Templo del Cielo, la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano y especialmente el estadio olímpico y la Muralla China, puestas en el mismo lugar en ranking de visitas y orgullo de la nación china, de hecho en todas la agencias las combinan en el mismo tour. Todos estos, sumados a los 15 millones que viven aquí, hacen de Pekín en estas fechas un hervidero de chinos.


El gobierno chino ha visto el negocio, y ya que los chinos que viajan son de clase pudiente y los guiris tienen de sobra, han puesto un precio exagerado a las entradas a cualquier lugar visitable, dinero que repercute directamente en las arcas del estado. Los únicos que se salvan son los estudiantes que tienen descuento de un 50%, menos mal que no se nos ha olvidado nuestro "carnet universitario".

Solo se escapan de esta masa brutal los hutong en peligro de extinción. Los hutong son los callejones que formaban el antiguo Pekín, extendiéndose de norte a sur y formando un enorme laberinto de viviendas de una planta y casas históricas con patio, por los que se podía atravesar toda la ciudad. En la actualidad quedan unos 2000 hutong de los 6000 que llegaron a ser en la década de los cincuenta y en los que vive una cuarta parte de la población. Van desapareciendo como en todas las ciudades todo lo antiguo, para ensanchar avenidas, construir rascacielos y enormes bloques de viviendas, intentando dar un salto adelante para impresionar al mundo.
En los hutong se respira calma, no hay más que meterse por cualquier callejón que dé a cualquier avenida para cambiar el ritmo y descubrir otro Pekín, más calmado, más tranquilo y quizás mas autentico, con aire de pueblo, reuniones de amigos, juegos de mesa,  pequeñas tiendas y restaurantes locales en muchos rincones, por los que da gusto caminar o mejor aun recorrer en bicicleta.








Moverse por Pekín en bici es una delicia, grandes carriles bici en todas las avenidas y por los hutong, en los que apenas entra un coche de ancho y la sombra te cobija, es especialmente agradable.
¿Y las bicis?, ¿Dónde están las bicis?, ¿Dónde están ese montón de bicis que inundaban las calles de las ciudades chinas? En el mejor de los casos están siendo sustituidas por pequeñas bici-motos eléctricas, y en el resto por coches de todas las marcas. Sí que es verdad que hay chinos que se mueven en bici pero seguramente en algunos países del norte Europa ahora mismo esté más extendido su uso.
En Pekín hemos vuelto a coincidir con Cris y Leire las chicas "españolas" con las que cruzamos la frontera mongolo-china. Están alojadas en una zona de hutong con mucho encanto, en la que hemos compartido cenas, cervecitas, confidencias y alguna que otra aventura, sobre todo Cris que tiene para escribir un libro.



Leire se ha dado un respiro, necesitaba un cambio y aquí está viajando un año sin destino muy marcado, acompañada de Cris, que no sabe si va  o si viene o si llamar a su jefe para decirle que no la espere en octubre que hasta marzo no volverá. Se conocieron en la última etapa del transmongoliano, en Irtkuts y ya llevan casi dos meses juntas levantando el dedo para que las recojan hasta el siguiente punto  con la mirada siempre al frente por si aparece su "jinete" J J.
El caso es que en una de las cenas surgió el tema de la muralla china, una visita que las dos parejas habíamos ido retrasando para el final.
La idea de dormir en la muralla china ya nos rondaba por el coco desde que Liad, el israelita con el que compartimos el Gobi, nos apuntó algunas indicaciones de cómo hacerlo, pero que tomó mucha más forma cuando Cris y Leire se presentaron con todo totalmente  detallado gracias "al Dani", un compañero  de su hostel, que aunque él no había dormido allí, se lo explicó todo, gracias a su vez a otro israelita que sí que lo había hecho, siempre intentado huir de los abusos de la agencias  y de la masificación de los lugares  turísticos.
Así que a la mañana siguiente tomamos los 4 un bus a Huairou, luego un taxi hasta una zona cercana a la muralla china y allí empezamos nuestra caminata  en busca de un paso donde la muralla es más baja y podríamos meternos.
La idea era recorrer esa tarde una zona de la muralla que está sin rehabilitar en dirección oeste en busca de alguna torre de vigilancia donde poder pasar la noche, y a la mañana siguiente, deshacer lo andado y un poco más, en busca de la zona rehabilitada donde podríamos encontrar trasporte que nos retornara a Huairou y allí coger otro bus dirección Pekín.
El primer contacto con la muralla, impacta: LA GRAN MURALLA CHINA, y más porque es una zona sin rehabilitar, como se encontraba hace más de mil años. A nuestra izquierda escarpados picos con torres de vigilancia en los altos y que a simple vista parecen imposibles de alcanzar, por donde pasamos al día siguiente y que pusieron en un aprieto a más de uno, y a nuestra derecha la muralla se perdía cresteando entre collado y collado de las montañas cercanas hasta donde nuestra vista alcanzaba.
Las ganas nos han hecho andar ligeritos, el camino es cómodo exceptuando algunos pasos un poco más duros por la inclinación de la muralla y lo alto de sus escalones.
Así que después de 2 horas encontramos nuestro "hotelito" para esa noche, una torreta con su patio interior descubierto y algunos pasillos cubiertos donde poder dormir si el tiempo nos achuchara. Así que allí pasamos la noche acompañados de una hoguera improvisada en lo alto de la muralla china.
A la mañana siguiente deshicimos lo andado, y unido a unas 5 horas desde el punto de partida, convirtieron la caminata en una jornada agotadora pero igualmente gratificante.
La muralla china nos ha encantado así que nos llevamos en la mochila una muestra de recuerdo.
P.D.: Por culpa de la censura china, no es imposible contestar a los comentarios aunque sí podemos leerlos. Nos encanta recibirlos y más aquí que estamos un poco incomunicados. Gracias.

5 comentarios:

  1. Desde Cañete un saludo a los de la Muralla. Siempre ha sido uno de mis monumentos favoritos. Aui estamos ya esperando para el trece de septiembre la llegada de el nuevo torralbillo. Os mantendremos informados. Mucho cuidadín no os fieis de los chinorris.
    Un abrazo de Carmen, Loli y Diego.

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  2. hola amiguetes, después de unos días perdido con fini por la playa, haciendo un poquito de body y soleándome, vengo y me agrada saber cosas vuestras.
    Veo que os va bien, ! que digo Bien !, os tiene que ir de puta madre, porque para sorpresa y muy gorda mia, sois unos autenticos yogourines, ya no es que cumplais años, sino que este viaje os sirve para descumplirlos. Menos mal que como el de la entrada tiene los ojos achinados, no ha podido ver bien, porque eso de que teneis 26 años no se lo cree nadie. De todas formas procurare felicitarte personalmente y si te conectas el día 11 de septiembre, elemento.
    Un besazo para los dos.

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  3. AMIGAAAA!!!!!!
    Que alucine de sitio esperarme que hay no me importaría ir, lo único que el hotel que habéis elegido no es de mi agrado por las camas muy duras para mi cuello fatal,jejeje
    y que pasa que la comida china rejuvenece no? por que echaros 26 años ami tu si los aparentas pero otros???
    bueno besos y cuidaros mucho








    BUENO GUAPOS CUIDAROS Y NO REJUVENEZCAIS MAS BESOS.

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  4. Me alegro que lo esteis pasando tan bien...
    Ser güenos...
    Emilio.

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  5. Cañetes- sabiamos que la muralla os iba a gustar,informar sobre el nuevo "cañetillo"
    Albert-mira ellado bueno,si yo tengo 26, tu tienes 32,jejjejej
    Helen-este hotel era pa ti,los baños limpisimos
    Emilius-lo seremos, si nos dejan
    gracias y besos pa todos

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